La lengua de señas venezolana en el panorama lingüístico nacional
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Hace muchos años, quizá desde siempre, asumí mi labor profesional como un hecho que sólo podría explicarse en su marco ideológico. De allí, que la comprensión del tema lingüístico siempre estuvo supeditado a la comprensión del tema social y no es extraño que ese compromiso buscara cobijo en los temas de las minorías, pero no en el sentido que le daba Juan Ramón Jiménez, sino en el verdadero sentido que adquieren en nuestras sociedades sin equidad: minorías en el poder y mayorías en la exclusión: alfabetismo y analfabetismo, lengua materna y desarrollo de competencias, bilingüismo e interculturalidad, lenguas indígenas y lengua de señas, cada una con enfoques, posibilidades y limitaciones diferentes, pero siempre abordadas en el marco del compromiso que evade los límites deformantes que intentan, desde siempre, mediatizar las imprescindibles transformaciones. Por eso, agradezco a los amigos merideños organizadores de este encuentro de la palabra y del silencio, haberme abierto un espacio para reunir algunas reflexiones, más que centradas en el tema propuesto, centradas en la realidad que explica el tema propuesto.