Gestos y oraciones en la Lengua de Señas de México
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El lenguaje, como parte de la cultura toda, tiene un sustento biológico. Sin duda, existe una autonomía relativa de la fisiología del cuerpo humano respecto de la cultura que se concreta y vive en él. Así, ningún lingüista se atrevería a aseverar que ciertas lenguas orales se adecuan más a las necesidades de ciertas subespecies del homo sapiens que a otras, ni mucho menos que ciertas subespecies, lenguas o culturas son intrínsecamente superiores a otras.
Sin embargo, el sustrato biológico de la cultura es ineludible y, en algunos casos, llega a jugar un papel esencial en la conformación de la propia cultura. La sordera es en primera instancia una condición fisiológica, el no poder oír a cabalidad los sonidos circundantes no es per se un valor cultural, una opción política o un parámetro lingüístico determinado por la convivencia social. Quien no puede oír no oye y punto. Ahora bien, la sordera no impide a los sujetos crear y reproducir una identidad socio-cultural propia, siempre y cuando esta última les sea accesible, con el cuerpo y los sentidos que si poseen.